No lloro al terrenal porque me acose.
Sonríole al más fiel y al que me engaña.
Perdido aunque me sienta entre la noche,
tragarme cuando quiera la montaña,
hay uno que me ama y me conoce.
Él me acompaña.
Al que hace por virarme no lo veo.
No atiendo a las razones sin sentido.
A quien no quiere ver le ando de lejos;
aluzo al que no puede si ha querido.
Me alegro porque Dios, en el que creo,
está conmigo.
Cristino Alberto Gómez
Costa Rica, 22 de febrero del 2005
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