No me quiero marchar de este mundo;
gozo el aire del viento al sentir.
Quiero, en vez de ir al sueño profundo,
ser tu esclavo, mi Dios, y vivir.
Es cobarde quien muere y se aleja
sin la huella a su paso dejar,
como cuento que sin moraleja
se termina con triste final.
Es amarga la tierra mojada;
son mejores arriba sus frutos.
Es hermoso abrazar a la amada
pero no la tristeza en su luto.
Yo no quiero colgar los zapatos,
pues me mata otra vez la conciencia
de saberme ese ser insensato
de quien lágrimas cause la ausencia.
Cristino Alberto Gómez
(dominicano)