Desde hoy
puedo ser aquel que soy.
Si acaso no lo fui antes,
quiero serlo desde hoy.
No necesito las fechas
que el calendario inventó
ni las congeladas lágrimas
de un final junto al portón
ni los dolores que nacen
entre lomo y varejón.
Desde hoy
comparto la decisión
de mis palabras talladas
en un viejo pizarrón
—pero quiero en estos signos
sobrevivir la estación—
con mis diseños soñados
a mitad la construcción
y el risible itinerario,
ya perdido el peatón,
en un camino ensanchado
sin saber la dirección,
sin que permitan las nubes
mirar el astro mayor.
Desde hoy
lucharé con el sol.
No me ciega su brillo;
lo conozco mejor.
Se sorprende vencido
por su despertador.
Buscaré por un siglo
conocer su primor.
Desde hoy
me declaro señor
del pasado rendido
a los pies del honor.
¿Hasta cuándo?, pregunto.
No lo sé, profesor.
Si los aires se oponen
a mi nuevo vector,
le renuncio al destino
prefiriendo el valor.
Desde hoy
no sabré adonde voy
pero sí los caminos
que transito mejor.
Puede serme arriesgado
comprender dónde estoy.
Yo preciso intentarlo;
suponer es peor.
Le dedico un segundo
encendiendo el motor.
Desde hoy
miraré al interior.
Cambiaré los sonidos
de mi viejo tambor.
Viviré como pienso,
pensará el soñador,
soñará el que recuerda
que nació por amor.
Cristino Alberto Gómez
Yaguate, 11 de marzo
de 2012
@CristinoAlberto
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