desesperada la espera,
inexplicables las ansias,
desconsolado el aliento.
Tienen abierta la puerta
como la tienen los templos.
Son el ciempiés que su presa
suele esperar en la cueva.
Luego se cierran y luego,
con el castigo perpetuo,
hacen pequeña la celda,
hacen los años eternos.
Generadores de miedo,
¡cuánta paciencia se gastan!
Más que los muertos me espantan
los nichos abiertos.
Cristino Alberto Gómez
16 de julio de 2012
@CristinoAlberto
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