las calles se abrieron
sorprendidas.
Las mañanas suspiraron nuevos aires,
la palabra habitó mis andares.
La luna despertó una tarde
entre los cerros inhóspitos
persiguiendo una mirada gris,
acostumbrada
a la magia vespertina
cuando el sol se aleja,
cuando vuelan las garzas,
cuando regresan.
El día cuando dije amor,
el presente gritó su nombre,
la voluntad derribó la calma
y una semilla
venció las normas sustantivas
para erigirse
en el árbol que da frutos.
Cristino Alberto Gómez
14 de marzo de 2015
@CristinoAlberto
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