Sal, líquido salado,
que oceánico es tu génesis.
Sal, sal fundida.
Como de río la cabecera,
listos los manantiales,
esféricos y bicolores,
de este ser vagabundo
que vive cuando muere
en este mundo,
te ordenan:
sal de ellos,
sal caliente.
Se han abierto estos párpados
que palmadas
entre el caudal del río
han dado,
para ver salir
cuales gotas bañan
la planicie de arena
oscurecida por el tiempo,
por el sol caribe
de mis tórridas horas,
por negra la sangre
que tanto ha escapado
de mi triste corazón
por sus arterias.
Sé hogar y sal caliente,
salada,
sal amarga.
Sé hogar de esta alma
que se hunde
en el frío de mi cuerpo
su hospedero.
No permanezcas oculta
dentro de cuales capas
traslúcidas
se humean
en la roja razón
de ese lar
que por mis entrañas se
trasloca,
mientras ¡oh, invierno,
me consumes la periferia
con tu caricia helada!
Cristino
Alberto Gómez
Costa Rica, 29 de abril del 2006
@CristinoAlberto
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