Hemos venido para descubrir
las miles rutas de llegar a ella,
testificar y a veces presentir
ajena o propia la fatal centella.
Siempre sorprende cuando va a venir
la amiga buena que temprano llega
a consolarnos. "¿Para qué sufrir?",
pregunta y dice que también es bella.
Aunque la vida se te acabe y deje
abandonado lo que fuiste un día,
por cada amigo que de ti se aleje
con más certeza te hace compañía.
Es calumniada la que más amable
con todos sufre de la vida cada
final entrega. La llamé culpable.
Hoy me encariño de la muerte amada.
Cristino Alberto Gómez
12 de septiembre de 2010
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