¡Qué tenebrosa es la noche
en Corta Pie!
Se detiene el caminante
cuando ve
arriba dos luceros
que le miran
y caminan hacia él.
Abajo suena profunda
la voz que emite otro ser.
Se paraliza y no sabe
hacia qué lado coger.
El canto triste de un ave
le hace estremecer.
"A tí sea, Padre Nuestro,
todo honor, gloria y poder.
Tú, Señor, que todo puedes,
dame pies para correr".
Cada vez está más cerca
una cosa, no sé qué,
secreteándole su nombre
al derecho y al revés.
No ando tarde por la noche
para no esperar las diez
y temblar pasando un susto
al cruzar por Corta Pie.
Cristino Alberto Gómez
16 de junio del 2008
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