como de sol temprano los orientales cerros.
Conoceré las horas que prometió el destino,
derribaré luceros, comentaré caminos.
La tempestad se asola cuando le llaman loca.
La visceral congoja desalojó una roca.
Con el final anuncian hasta los más tranquilos
que se inventó mi canto, mas retorné vencido.
Me recosté en la calle, y marchité la grama
registradora amante de la estación que pasa
y por allí no pasa sino el travieso tiempo.
Porque agoté mis fuerzas me abandonó hasta el verso.
Cristino Alberto Gómez
7 de diciembre de 2014