Más allá del silencio
que me acecha constante
en reclamo del precio
de mi andar galopante...
Más allá de las horas
que se fueron conmigo
y el temblor de mi pecho
cuando sueño contigo...
Más allá de la rabia
con que el sol me cegó,
la serpiente dorada
que mi fruto cambió,
la mirada más pura
que mi pecho impacienta
porque sabe tan tuya
la que altiva la encuentra...
Más allá del momento
cuando el verso germina,
más allá de los tiempos,
si es que el tiempo termina...
Más allá de tus manos
cuando tiemblan de frío,
y mi grito buscando
tu calor con el mío...
Más allá de las piezas
que a lo lejos danzamos
cada vez que, lo sabes,
lo sé, nos pensamos...
Más allá de mi vida,
porque habré de perderla,
de la noche que cuida
tu sueño en su vela...
Más allá de los ojos,
si tendrán las ventanas,
los oídos del techo
y el rumor de una rama
cuando cae despacio
mas resuena su grito,
y también de mi canto,
esta vez sobre el piso...
Más allá de tu espera,
mi desesperación,
mi locura, la entera
desnudez de razón...
Más allá de este fuego,
del desierto que debo
transitar, y del fierro
que acaricia mi cuello...
Más allá de mi voz,
consumida en la ruta,
del cocuyo que en los
matorrales me asusta...
Más allá de mi pecho
de pedazos de acero,
a tu puerta me acerco
para gritar: ¡te quiero!
Cristino Alberto Gómez
8 de abril de 2017
@CristinoAlberto
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