¿A dónde vas, amor de ayer?
Puedes seguir donde te lleve aquel camino
para explorar otro destino.
Ya no te quieras detener.
Guarda contigo la razón.
Ningún motivo puede más que lo vivido.
¡A cada quien lo merecido!
Puedes borrar mi dirección.
¡Regresar para qué,
si me causaste tanto daño aquella vez!
¡Regresar para qué,
si no supiste valorar que yo te amé
como nadie en este mundo!
Ahora es tarde y te pregunto:
¿regresar para qué?
¡Regresar para qué,
si me causaste tanto daño aquella vez!
¡Regresar para qué,
si no supiste valorar que yo te amé
como nadie en este mundo!
Ahora vuelvo y te pregunto:
¿regresar para qué?
No llores más y sin dudar
vete tranquila a algún lugar donde prefieras,
a hacer de nuevo lo que quieras,
pero ya nunca regresar.
No hay que sufrir, ni qué buscar;
no pierdas tiempo, arranca ya.
Mi habitación vuelve a brillar.
¡No insistas más, puedes volar!
¿Para qué?
¿Para qué más lágrimas?
¿Para qué sufrir de más
y para qué sembrar
donde nada crecerá?
¡Regresar para qué,
si me causaste tanto daño aquella vez!
¡Regresar para qué,
si no supiste valorar que yo te amé
como nadie en este mundo!
Ahora es tarde y te pregunto:
¿regresar para qué?
¡Regresar para qué,
si me causaste tanto daño aquella vez!
¡Regresar para qué,
si no supiste valorar que yo te amé
como nadie en este mundo!
Ahora vuelvo y te pregunto:
¿regresar para qué?,
¿regresar para qué?,
¿regresar para qué?
Cristino Alberto Gómez
22 de junio, 2022
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