Dicen que surgió del mar
adornada de arrecifes.
Otra vez hallar la tierra
gozaron los que llegaban
habiendo abandonado
las ínsulas del Caribe.
Alguna serpiente
hubo besado sus pies.
Debía de haber millares
en aquella ribera
donde atracaron.
¡Ah, miserables criaturas!
No sospecharon
la magnitud del futuro
(entonces en sus manos,
en sus agudos colmillos).
Sigue siendo rica
la bella costa que hallaron,
a cuya gente explotaron
y se llevaron
las riquezas que deseaban.
Pero se equivocaron.
Sí señor, que fallaron
el tiro. Aquí nos dejaron
las montañas, los volcanes,
almendros y guayacanes
yigüirros, lapas, tucanes,
terciopelos y caimanes...
sí señor, se equivocaron.
Es aún la costa rica
aunque sus pueblos,
huérfanos y masacrados,
hoy se extinguen como baulas,
severamente raleados.
Sigue siendo Costa Rica
quinientos años después,
completamente distinta,
desverdecida tal vez,
invadida y maltratada.
Así es Costa Rica,
tropical y pacífica,
coloreada, tranquila,
única y dividida.
En Limón habita el niga,
en la reserva el indígena,
en Guanacaste el que canta
al ritmo de la marimba,
y alrededor de Chepe
el pálido puravida.
Una sola nación,
siete provincias.
¿Dónde está la costa rica?
en el alma de un poeta
que la sueña dormida,
junto a los cerros,
solidaria y unida.
Cristino Alberto Gómez
8 de abril del 2008
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