Hace frío en la playa.
Despierta la amada
con el salado beso
de las olas bravas.
“Es brisa de agua”,
comenta.
Se yergue
y se pierde
entre mis brazos.
Un libro cae
sobre la arena blanca.
Al fin descansan,
descubiertas, sus hojas
ya recorridas
por ávidos ojos,
como la Duarte
un día cualquiera.
Aún vive la tarde.
Se abre paso
entre las nubes
el sol de las cuatro.
Caminan arañas
a través de mi espalda,
uñas, navajas,
rastrillos, dragas;
estrellas en mis párpados;
higüeros en mi cara.
Diminutos riachuelos
desaguan en la playa.
Agua salada y tibia;
fervor que desalma.
Se adormecen las olas;
calor hace en la playa.
Oyendo el eco
de su propio grito,
sobre mi pecho
se duerme la amada.
Cristino Alberto Gómez
Lunes 23 de junio del 2008
genera un sentimiento de placer y deseo al leer esta poesia.Es muy bella
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