Me deslizo por tu cuesta
y en tu peñasco me atajo
si porque te quiero inquieta
tú me mandas al trabajo.
y en tu peñasco me atajo
si porque te quiero inquieta
tú me mandas al trabajo.
No me digas que mañana
como abeja empezarás
otro día que no acaba
sin descanso ni final.
No me incites a que corra
al trabajo - ¿dónde más?-
si cual gota por mis hojas
suavemente escaparás.
¿Qué podrían ser mis notas
sin tu canto hecho poema?
¿Quién este ser que pernocta
sin la voz de su morena?
Propulsado por quererte
al vacío, más allá
me traslada la pendiente.
Mi yagua se queda atrás.
Tu voz me grita que siga.
¡No hay bejucos a mi lado!
Yo no quiero que me digas
que me mandas al trabajo.
Cristino Alberto Gómez
11 de abril del 2010
10:45 PM
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