¿Por qué te noto cansada,
querida hermana mayor?
Naciste de madrugada
para crecer con el sol
que en tu sombra rebuscaba
un micrómetro de amor.
Existía con sus rayos,
miradas del Creador,
y con sus miles ensayos
sin tiempo ni entendedor.
¡Largos días de trabajo!
No acepto que descansó
cuando contigo me trajo
y en tus brazos me dejó.
Hallé en tus manos el trigo,
en tu cuello alojamiento;
bajo tu piel los amigos
que interrumpieron mi cuento.
Fuiste la conciliadora
delegada del Señor.
Siempre cantaste y ahora
que callas, te canto yo.
Mi día concluye, hermana,
porque la tarde inventé;
tú me diste la mañana
que jugando yo pasé.
Hasta siempre, Pachamana.
Tú duermes; yo moriré.
Cristino Alberto Gómez
22 de abril de 2010
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