A los valientes niños estudiantes de Quisqueya, hambrientos del pan de la enseñanza y del de cada día, pero sobre todo a aquellos que pensando tenerlo ven peligrar su vida.
¿Agua?
Yo no quiero agua, no.
Mire que perdí la sed.
Hace rato que en mi casa yo
un juguito me tomé.
¿Panes?
No me brinde panes,
profesora. Muchas gracias.
Mire que no tengo hambre ahora
pa’ comer esa… mil gracias.
Mire que no tengo hambre,
profesora muchas gracias.
Yo no quiero que me explique
qué pasó lejos de mi país;
quiero saber el cacique
que mandaba por aquí.
Profesora no se apure
que en mi casa no hay de na'
pero me mandán que estudie aquí
pa’ en la tarde trabajar.
Pero me mandán que estudie
pa’ mañana cosechar.
¿Suero?
Yo tampoco quiero,
que no vine pa’ beber.
He sabido que primero
tengo que aprendé' a leer.
Profe, ¿cómo es que las piedras
sí se puen multiplicar
y las matas de habichuela no
pa' poderlas cosechar?
¿Y las matas de habichuela
pa' poderlas cocinar?
Me contaba un hermanito
que en el pueblo sucedió
que le dieron lo mismito
que la profe me ofreció.
Profesora usted me dijo
que si como no me enfermo ya
pero cuenta mi hermanito
que el que come va pa'l hospital
pero cuenta mi hermanito
que si no como no pasa na'.
Mami dice que le escriba
las lecciones que aprendí.
Papi quiere que le diga
cómo fue la historia aquí.
No me diga que me beba
esa cosa que me da;
‘tan diciendo que en la escuela, profe
no se pue’ comer de na'.
Me dijeron que en la escuela
no se pue’ desayuná.
Cristino Alberto Gómez
25 de octubre de 2010
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