Quiero verte ahora,
doncella mía.
Me marché al infinito
y te dejé llorando.
Y murieron mis ojos,
sin soportar el llanto,
cuando tu mano tierna
cortó nuestras miradas,
profundas, desesperadas.
¡Oh, fresca miel
de girasoles tiernos
son tus dulces labios!
Tu aroma es mañanero,
primaveral tu cuerpo.
Cerrados son tus pétalos,
tierno tu estigma y fresco.
Así te quiero,
pequeña y ávida,
ardiente y bella.
Así te quiero,
doncella mía.
Cristino Alberto Gómez Luciano
3 de marzo del 2008
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